Paudelleida
Disparando
Después de más de 3 meses desde la publicación de la entrega nº 33 de esta serie reanudamos estas fotos oníricas producto de visiones y alucinaciones.
En este caso concreto las alucinaciones fueron producto de un fin de semana alocado atiborrándome de anfetaminas, fentanilo y porros mezclados con ingentes cantidades de tequila y whisky de garrafa, así como sexo contra natura con una simpática y bonita perrita callejera. Desperté en el hospital 12 días después de haber caído en coma en el que veía a la Muerte que me besaba para succionarme la vida y a un buitre infernal que acechaba pacientemente a que la Muerte consiguiera su propósito. Del susto me senté de repente en la cama temblando como una hoja mecida por un vendaval y sudando a mares, al tiempo que me veía acoplado a máquinas futuristas que emitían luces y pitidos y con bolsas de suero y otras líquidos que pendían encima de la cama y se insertaban en mi brazo. La enfermera que me velaba salió corriendo de la UCI como alma que lleva el diablo en busca del doctor gritando ¡ DOCTOR, DOCTOR, SE HA DESPERTADO!. En fin para qué contaros... ya van 34 episodios similares, aunque éste ha sido el más grave hasta la fecha y en el que he visto a la muerte más de cerca, cara a cara y apestándome con su asquerosa y vomitiva alitosis. Y aquí estoy ahora tan campante, vivito y coleando de nuevo, como si nada hubiera pasado je je... Aunque quizás no tenga remedio, he de dar un giro radical a mi vida si no quiero que esta alucinación se convierta en una trágica realidad. He de mirar de rehacer esta existencia que vaga sin rumbo empujada por el viento del desierto, igual que estas plantas rodantes que salen en las pelis del Oeste. Por de pronto creo que ya sé que voy a hacer, me dedicaré a la Fotografía como una terapia para hacer algo positivo y con sentido ya que me parece una actividad tranquila y relajante o eso dicen mis amigos fotógrafos. También dejaré estos antros de perdición que están acabando con mi cuerpo y con mi alma y, tal como me ha aconsejado mi psiquiatra, procuraré alejarme de las tentaciones de los perros callejeros que no tienen culpa alguna de mis perversiones sexuales. El otro día paseando por la calle vi a una perra en un viejo portal (con la que creo que debo de haber tenido algo en el pasado, aunque ahora no lo recuerdo bien) amamantando a unos cachorritos que se parecían sospechosamente a mí en la fisonomía y en los ojos verdes. Al verme la perrita me miró irónicamente y me pareció que sonreía y me guiñaba un ojo. O tal vez me lo pareció, la verdad que ya no estoy seguro de nada de lo que veo y apenas sé distinguir con claridad las alucinaciones de la realidad. Esta mañana no debí dejar de tomarme la medicación que me recetó el loquero
En fin, por si os interesa ésta es aproximadamente la alucinación que me hizo despertar de un brinco y sentarme en la cama dando un susto morrocotudo a la enfermera que en aquel momento estaba medio dormida de aburrimiento, sentada junto a mi cama.
Texto y foto (montaje con 3 fotos propias): Pau Corrià.
En este caso concreto las alucinaciones fueron producto de un fin de semana alocado atiborrándome de anfetaminas, fentanilo y porros mezclados con ingentes cantidades de tequila y whisky de garrafa, así como sexo contra natura con una simpática y bonita perrita callejera. Desperté en el hospital 12 días después de haber caído en coma en el que veía a la Muerte que me besaba para succionarme la vida y a un buitre infernal que acechaba pacientemente a que la Muerte consiguiera su propósito. Del susto me senté de repente en la cama temblando como una hoja mecida por un vendaval y sudando a mares, al tiempo que me veía acoplado a máquinas futuristas que emitían luces y pitidos y con bolsas de suero y otras líquidos que pendían encima de la cama y se insertaban en mi brazo. La enfermera que me velaba salió corriendo de la UCI como alma que lleva el diablo en busca del doctor gritando ¡ DOCTOR, DOCTOR, SE HA DESPERTADO!. En fin para qué contaros... ya van 34 episodios similares, aunque éste ha sido el más grave hasta la fecha y en el que he visto a la muerte más de cerca, cara a cara y apestándome con su asquerosa y vomitiva alitosis. Y aquí estoy ahora tan campante, vivito y coleando de nuevo, como si nada hubiera pasado je je... Aunque quizás no tenga remedio, he de dar un giro radical a mi vida si no quiero que esta alucinación se convierta en una trágica realidad. He de mirar de rehacer esta existencia que vaga sin rumbo empujada por el viento del desierto, igual que estas plantas rodantes que salen en las pelis del Oeste. Por de pronto creo que ya sé que voy a hacer, me dedicaré a la Fotografía como una terapia para hacer algo positivo y con sentido ya que me parece una actividad tranquila y relajante o eso dicen mis amigos fotógrafos. También dejaré estos antros de perdición que están acabando con mi cuerpo y con mi alma y, tal como me ha aconsejado mi psiquiatra, procuraré alejarme de las tentaciones de los perros callejeros que no tienen culpa alguna de mis perversiones sexuales. El otro día paseando por la calle vi a una perra en un viejo portal (con la que creo que debo de haber tenido algo en el pasado, aunque ahora no lo recuerdo bien) amamantando a unos cachorritos que se parecían sospechosamente a mí en la fisonomía y en los ojos verdes. Al verme la perrita me miró irónicamente y me pareció que sonreía y me guiñaba un ojo. O tal vez me lo pareció, la verdad que ya no estoy seguro de nada de lo que veo y apenas sé distinguir con claridad las alucinaciones de la realidad. Esta mañana no debí dejar de tomarme la medicación que me recetó el loquero
En fin, por si os interesa ésta es aproximadamente la alucinación que me hizo despertar de un brinco y sentarme en la cama dando un susto morrocotudo a la enfermera que en aquel momento estaba medio dormida de aburrimiento, sentada junto a mi cama.
Texto y foto (montaje con 3 fotos propias): Pau Corrià.
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pero así la narración resulta más extrema y más entretenida.