
El color, sí, sale en la foto. Los tonos de gris, también.
También salen los conceptos, las ideas de escultura, de arquitectura, de automovilística, de publicidad, de urbanismo... Casi, demasiadas ideas.
Y mira que estuve mucho tiempo allí, de pie y esperando... Pasaban personas, algunos coches, unos pocos perros olisqueando.
Pero no pude.
No pude meter en la foto el perfume del sonido de la ciudad.
No valía para ello mi objetivo. No valía el sensor.
O tampoco valía yo.
Y allí, flotando en el aire, el sonido perfumado que invadía mis pituitarias, o que acariciaba la epidermis de las cosas, de todas las cosas, se esfumó y tal vez solo quedó convertido en aire.
En aire invisible.
Y no pudo entrar en el sensor de mi alma.
