Me pongo en modo abuelo cebolleta y os cuento mi historia.
Minolta abandonó la producción en el año 2005, sin ningún cuerpo réflex en el mercado, aunque con alguna compacta prometedora para la época.
Los que poseíamos material Minolta, estuvimos a la espectativa con el tema de la compra por parte de Sony. Cuando Sony lanzó la A-100 fue una buena noticia, pero una pequeña decepción, porque no tenía unas prestaciones muy profesionales (Rendimiento ISO, rapidez y precisión de AF...). Hubo algún intento más, A-200, etc., mientras iban a pareciendo algunas lentes Sony, normalmente réplicas de antiguos modelos de Minolta.
Fue con la A-700 cuando las prestaciones empezaron a ponerse un poco al día, lanzando modelos "inferiores" como la serie 500, que incluían prestaciones que no tenían cámaras de la competencia en su gama de precios.
La A-900 y la A-850, junto con desarrollo de nuevas lentes, comenzaron a dar credibilidad a Sony a nivel profesional, aunque seguían por debajo de la competencia en prestaciones.
Con la montura E es con la que realmente han acabado sorprendiendo al mercado y ganando algunos años (que en tecnología es muchísimo) a las grandes del sector. La serie 7II (con sus R y S) fueron un aviso en algunos sectores como el del vídeo con poca luz con equipos réflex, pero el pelotazo vino con la A9, que a fecha de hoy puede seguir siendo considerada la mejor cámara de fotos de acción del mercado independientemente de su precio, y se remató con la A7III, que dejó el campo de entrada muy alto en prestaciones y comedido en el precio.
Yo en todo este periodo, he simultaneado equipos Minolta y Canon. Minolta siempre tenía alguna cosa que la competencia no ofrecía en su sector de precios, como por ejemplo la medición puntual en sus cámaras réflex de entrada, que fue por lo que elegí Minolta para mi primer cuerpo y las primeras lentes AF.
Simultaneaba su uso con una Canon F1 New y una impresionante Canon T90 (qué maquinón), con objetivos de enfoque manual (24, 28, 35, 50, 85, 135 me acompañaban a todos los lados).
Con la T90 (foco manual y película) hacía fotos de conciertos para fancines cuando el foso del escenario se comenzaba a llenar de réflex digitales.
Tras unos años en los que prácticamente dejé la fotografía, traté de volver a tener resultados profesionales con la A100 en el año 2007, para aprovechar mis objetivos Minolta. Creo que debería haber ido a Canon o Nikon entonces, estuve demasiado tiempo peor equipado que la "competencia". A nivel de fotografía personal, siempre he defendido el uso de equipos baratos, pero en el campo profesional en algunas disciplinas tienes que estar preparado para todo.
En el 2009 compré mi primera A700, y rápidamente me hice con una segunda, para poder trabajar con dos cuerpos, ya que era fan absoluto de los objetivos fijos.
Y he aguantado ahí hasta 2017, dedicándome de forma parcial a la fotografía profesional. Cuando me surgió la oportunidad de introducirme en la fotografía de arquitectura, para la cual decidí el paso a Full Frame, fui a por A7II, A7RII y ahora A7III, con un arsenal de objetivos de montura E que nunca habría imaginado que iba a llegar a tener, pero que me son necesarios para mi trabajo.